Pablo y Silas en la cárcel de Filipo después de haber sido azotados y colocados en el cepo cantaban himnos a Dios. (Hechos 16:24-25) Una alabanza que levanta a Dios de su trono es aquella que sale de nuestro corazón a pesar de que hemos sido expuestos a un profundo sufrimiento. Cuando nosotros por la fe recibimos una revelación de la grandeza de nuestra herencia en Cristo, nada es suficientemente grande para hacernos desistir de nuestro propósito de buscar a Dios. Bien lo dijo el apóstol Pablo: Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Rom. 8:18
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